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El funcionamiento de una democracia depende en gran medida del comportamiento y la capacidad de los partidos políticos para representar los intereses de los ciudadanos y elaborar alternativas políticas. Para ello, los partidos deben desarrollar sus programas, construir estructuras organizativas eficaces, ofrecer a sus miembros una participación activa en las decisiones internas del partido, poner su financiación sobre una base sólida y transparente, mantener un estrecho contacto con los grupos sociales, informar abiertamente sobre sus objetivos e intenciones, planificar eficazmente las campañas electorales y, no en último lugar, contar con líderes que se distingan por su competencia y por el respeto de los principios éticos que exige el ejercicio de la política en representación de los ciudadanos. La presente obra ofrece una introducción completa y de fácil lectura al mundo de los partidos políticos. Basándose en su rica experiencia internacional, el autor consigue comparar la evolución en diferentes países y regiones del mundo y formular recomendaciones prácticas concretas para la organización y eventuales reformas de los partidos.
Peter Mair fue uno de los autores contemporáneos más influyente entre los que investigaron y estudiaron los partidos políticos. Las transformaciones organizativas de los partidos, la articulación entre cambio y persistencia en las dinámicas de la competencia inter-partidaria, y la situación actual de la democracia a la luz de aquellos cambios vertebran el recorrido del libro. En la mejor tradición de los grandes comparativistas europeos –como Giovanni Sartori, Arend Lijphart o Stein Rokkan–, Peter Mair articula la profunda reflexión teórica con la rigurosa observación empírica para ofrecer un aporte decisivo a la comprensión de lo que ha estado ocurriendo con los partidos y con la democracia en los últimos treinta años.
El sistema de partidos políticos se consagró, desde su concepción, como el instrumento clave de mediación en las democracias representativas. En las últimas décadas, sin embargo, la conexión de los partidos con sus bases y con la sociedad civil ha sufrido un innegable retraimiento, que se expresa en el decrecimiento de las tasas de afiliación e identificación con los partidos, el auge del absentismo electoral y la implantación de una atmósfera generalizada de desafección con la política institucional. Mediante un colosal proyecto de investigación y recopilación de datos que supuso treinta años de trabajo, Richard S. Katz y Peter Mair describen el proceso según el cual los partidos políticos, en este clima de pérdida de legitimidad de las democracias liberales, abandonaron las viejas estructuras de partidos de masas y partidos “atrapalotodo”, y acabaron por emular el funcionamiento de un cártel. Cada vez más dependientes de financiación pública y ajustados a las lógicas institucionales del Estado, los partidos políticos se han verticalizado y profesionalizado, han perdido su contacto con las masas y los movimientos políticos y han primado su posición institucional frente a su presencia en las calles. Si bien los partidos protagonizan un encarnizado conflicto mediático, el desacuerdo real se ha reducido a una mera competencia por el poder institucional. En el contexto de la actual crisis de legitimidad de las democracias liberales y el auge del populismo de extrema derecha, este proceso de cartelización del sistema de partidos, que Katz y Mair exponen aquí sobre los sólidos resultados de su vasta investigación, supone un fenómeno indispensable para entender nuestro presente.
"Partido y democracia" aborda la creciente desafección hacia los partidos de cada vez más ciudadanos en las democracias consolidadas. Comienza examinando las motivaciones teóricas tras este desdén hacia los partidos políticos para, a continuación, trazar la evolución de los partidos y la confianza pública en el contexto de la transición de las sociedades industriales a posindustriales. Incapaces de superar la pérdida de apoyo social en esta fase, acudieron al Estado en busca de los recursos que ya no les proporcionaban sus seguidores. Actualmente los partidos están atrapados en una contradicción dramática. Se han convertido en una suerte de Leviatán con pies de barro: muy poderosos gracias a los recursos que obtienen del Estado y a su control de distintas esferas de este y de la sociedad, pero muy débiles en cuanto a su legitimidad y a la confianza que despiertan en el público. No obstante, concluye el autor, la democracia sigue inextricablemente unida a la presencia de partidos. Por último, la presente edición incluye un epílogo sobre los desarrollos más recientes y la aparición de nuevos partidos desafiantes.
El funcionamiento de una democracia depende en gran medida del comportamiento y la capacidad de los partidos políticos para representar los intereses de los ciudadanos y elaborar alternativas políticas. Para ello, los partidos deben desarrollar sus programas, construir estructuras organizativas eficaces, ofrecer a sus miembros una participación activa en las decisiones internas del partido, poner su financiación sobre una base sólida y transparente, mantener un estrecho contacto con los grupos sociales, informar abiertamente sobre sus objetivos e intenciones, planificar eficazmente las campañas electorales y, no en último lugar, contar con líderes que se distingan por su competencia y por el respeto de los principios éticos que exige el ejercicio de la política en representación de los ciudadanos. La presente obra ofrece una introducción completa y de fácil lectura al mundo de los partidos políticos. Basándose en su rica experiencia internacional, el autor consigue comparar la evolución en diferentes países y regiones del mundo y formular recomendaciones prácticas concretas para la organización y eventuales reformas de los partidos.
"Partido y democracia" aborda la creciente desafección hacia los partidos de cada vez más ciudadanos en las democracias consolidadas. Comienza examinando las motivaciones teóricas tras este desdén hacia los partidos políticos para, a continuación, trazar la evolución de los partidos y la confianza pública en el contexto de la transición de las sociedades industriales a posindustriales. Incapaces de superar la perdida de apoyo social en esta fase, acudieron al Estado en busca de los recursos que ya no les proporcionaban sus seguidores [...]-" Editorial
¿De veras ha aumentado la indiferencia a la política, a la democracia y a los partidos políticos, como han dicho varios prestigiados autores? Es claro que la democracia de elites ha decepcionado a muchos, pero quienes han planteado como alternativa la democracia participativa no han conocido el éxito, entre otras razones porque participar activamente en política no es una opción para todo mundo: tendrían que descuidar su trabajo y sus formas de vida para procurarse el sustento de ellos y sus familias. Los políticos profesionales, que viven de esto, lo saben; y los políticos profesionales, incluso de oposición, son parte de las elites por el simple hecho de compartir cuotas de poder, especialmente si sus organizaciones (partidos) son competitivas electoralmente. ¿Los partidos están en crisis? En realidad lo que ha ocurrido es que los partidos tradicionales cada vez convencen menos, por lo que han surgido nuevos, algunos (muy pocos) precedidos de movimientos sociales, que han alimentado nuevas esperanzas entre los ciudadanos. En determinados países la participación electoral ha disminuido en tanto que en otros ha aumentado, pero no se ha encontrado otra fórmula democrática para acceder al poder. Y muchas de las utopías que se han propuesto han resultado inviables desde el intento de la Comuna de París hasta la fecha. Por otro lado, los movimientos sociales que no devienen partidos políticos terminan por debilitarse y con frecuencia desaparecen al poco tiempo de haberse iniciado. Esto se debe a que carecen de articulación y de posibilidades de permanencia. No hay evidencia de que los movimientos sociales ni la democracia participativa se hayan impuesto sobre la democracia tradicional de matriz liberal, pese a sus defectos bien estudiados. Ciertamente hay una creciente inconformidad social en muchos países, entre otras razones porque la globalización neoliberal ha aumentado la pobreza y las desigualdades, pero esa inconformidad no ha logrado sustituir a los partidos políticos. Nunca se ha dado y considera Rodríguez Araujo que no se dará en un futuro previsible, no en las sociedades complejas del llamado mundo occidental.