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La ciencia es la herramienta fundamental del conocimiento humano, herramienta que nos permite deducir cómo es el universo, cómo son sus estrellas y planetas, (Astronomía), cómo se originaron, (Cosmología); de que diferentes elementos están hechos, y como son esos elementos, (Química); como se relacionan entre sí, y con la energía que les rodea, (Física); y cómo, en nuestro planeta Tierra, los elementos han conseguido combinarse para formar materia animada, materia a la que consideramos imbuída de una propiedad que llamamos vida. (Bioquímica). Nuestros primeros científicos consiguieron notables descubrimientos a pesar de los rudimentario de sus herramientas. Erastótenes 200 años antes de Cristo descubrió que la tierra no era plana sino redonda y calculó su diámetro con bastante aproximación. Desde entonces la ciencia ha avanzado en todos sus frentes, paso tras fatigoso paso, hasta hoy. Este ensayo pretende explicar a no científicos como el hombre ha llegado a entender los secretos del Universo, de la Materia , de la Energía y de la Vida así como los mecanismos que rigen su interrelación.
¿Es posible afirmar que el hombre ocupa en el cosmos una posición de alguna manera singular, única? ¿O habrá que pensar, por el contrario, que el hombre es uno de tantos seres del universo, un cualquiera? Problemas de este género han ocupado tradicionalmente un puesto importante en la especulación de los filósofos, y hay registradas opiniones para todos los gustos. Sin embargo, en el terreno de las ciencias de la naturaleza se tiende actualmente a no tomar en serio la posibilidad de que el hombre sea un ser especialmente significativo en el universo. El origen de esta tendencia se suele situar en el Renacimiento, y más concretamente en el desarrollo de la astronomía copernicana. La paulatina extensión de las nuevas ideas astronómicas llevó a pensar que la tierra no era el centro del universo, sino un pequeño planeta entre otros muchos. Paradójicamente, esta situación coincidió en el Renacimiento con una gran exaltación del hombre como cima de la Creación. Aunque la tierra no estuviese en el centro del cosmos, no cabía dudar de que el orden armónico de todas sus partes era fruto no del azar, sino de un diseño inteligente -divino- pensado para el ser humano.
Albert Einstein dice que toda ciencia se basa en dos presupuestos: primero, la existencia de un universo objetivamente el mismo para cualquiera que quiera estudiarlo; y segundo, que ese universo puede entenderse, no es absurdo. Sin estas dos presuposiciones no se puede trabajar. Que el universo existe por sí mismo, sin que dependa de mi psicología ni de mi cultura, es la base por la que se considera a la ciencia como un valor universal. Las cosas son como son, me gusten o no me gusten, y por eso tengo que tener la capacidad de estudiarlas. Si yo digo que observo algo en tales condiciones, cualquier científico del mundo utilizando la misma metodología debe ser capaz de verificar que lo que yo he observado es así. No hay relativismo alguno en ciencia. Nadie dice que todas las opiniones valen igual. Nadie dice que depende de la cultura el que funcione o no funcione la Ley de la Gravedad. Esto es muy digno de tenerse en cuenta, porque hoy está muy de moda el sentirse casi como ofendido si alguien dice que algo es verdad y lo será siempre. Sólo así se puede hacer ciencia. Los datos no son discutibles: uno podrá discutir las interpretaciones, pero los datos son ciertos dentro de sus límites de precisión
Una tierra para el hombre recorre la extraordinaria combinación de circunstancias astronómicas, geológicas, físicas, químicas y biológicas, que han hecho de la Tierra un planeta excepcional, quizás único en el Universo, en el que han sido posibles la evolución de la vida y la aparición del hombre. Si la Tierra puede parecer, a una mirada distraída, un detalle insignificante en el Universo, una observación atenta permite descubrir que nuestro planeta es un auténtico prodigio. Los distintos aspectos que describen las ciencias naturales, desde la posición de la Tierra en el Sistema Solar y en la galaxia hasta la química del agua y del carbono, pasando por las propiedades de su atmósfera y por su estructura y pasado geológicos, son inseparables del largo camino recorrido por la vida hasta la aparición del hombre, autoconsciente y libre, capaz de mantener la mirada y de abrazar el cosmos inmenso.