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Todo sistema educativo debe tener como principal objetivo conseguir el desarrollo integral de la persona, tanto en su dimensión intelectual, como en su dimensión socio-afectiva. La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula de habilidades cognitivas y competencias emocionales, que permitirán al alumnado no solo saber vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás, sino también potenciar su formación académica. Inteligencia emocional y social en el aula es un programa eminentemente práctico que aspira a potenciar el desarrollo de la inteligencia emocional-social, implicada en la resolución positiva de situaciones complejas. Está estructurado en cuatro grandes bloques temáticos: Conciencia de uno mismo Conciencia social Autogestión Gestión de las relaciones Y responde a unos criterios de planificación a partir de objetivos educativos que comparten en su mayoría todos los docentes. Por eso, es una herramienta especialmente útil para una correcta programación en la tutoría.
Todo sistema educativo debe tener como principal objetivo conseguir el desarrollo integral de la persona, tanto en su dimensión intelectual, como en su dimensión socio-afectiva. La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula de habilidades cognitivas y competencias emocionales, que permitirán al alumnado no solo saber vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás, sino también potenciar su formación académica. Inteligencia emocional y social en el aula es un programa eminentemente práctico que aspira a potenciar el desarrollo de la inteligencia emocional-social, implicada en la resolución positiva de situaciones complejas. Está estructurado en cuatro grandes bloques temáticos: Conciencia de uno mismo Conciencia social Autogestión Gestión de las relaciones Y responde a unos criterios de planificación a partir de objetivos educativos que comparten en su mayoría todos los docentes. Por eso, es una herramienta especialmente útil para una correcta programación en la tutoría.
Todo sistema educativo debe tener como principal objetivo conseguir el desarrollo integral de la persona, tanto en su dimensión intelectual, como en su dimensión socio-afectiva. La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula de habilidades cognitivas y competencias emocionales, que permitirán al alumnado no solo saber vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás, sino también potenciar su formación académica. Inteligencia emocional y social en el aula es un programa eminentemente práctico que aspira a potenciar el desarrollo de la inteligencia emocional-social, implicada en la resolución positiva de situaciones complejas. Está estructurado en cuatro grandes bloques temáticos: Conciencia de uno mismo Conciencia social Autogestión Gestión de las relaciones Y responde a unos criterios de planificación a partir de objetivos educativos que comparten en su mayoría todos los docentes. Por eso, es una herramienta especialmente útil para una correcta programación en la tutoría.
La formación del profesorado es uno de los elementos indispensables para lograr la mejora de la calidad de la educación; más aún, cuando se encuentran en la etapa inicial de la adquisición de competencias docentes. Por eso, en este libro se ofrecen contenidos y reflexiones relativos al aprendizaje emocional y social en la primera infancia, con el deseo de aportar una síntesis de algunos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la formación de los maestros y maestras de Educación Infantil. En el primer capítulo, se ofrecen algunas claves sobre el acompañamiento respetuoso en la infancia; se ahonda en la trascendencia del ambiente en el desarrollo emocional y se propone una conceptualización de las emociones. Finaliza con la descripción de algunas emociones y su incidencia en el desarrollo infantil. En el segundo capítulo, se exponen algunas de las teorías del aprendizaje emocional y social; concretamente, se abordan brevemente la del aprendizaje observacional de Bandura y la del aprendizaje conductual; el objetivo es entender cómo se adquieren, en la primera infancia, las conductas emocionales y sociales. Asimismo, se describe uno de los constructos más recientes, como es la inteligencia emocional; desde su aparición en el año 1990 ha sido ampliamente utilizado para explicar el comportamiento humano y sus implicaciones en ámbitos educativo, organizacional y de salud. En este capítulo nos centramos en el ámbito educativo y su desarrollo en la primera infancia; por otro lado, se detallan los modelos teóricos más relevantes y sus instrumentos de medida; de esta manera, se enuncian algunas de las características más relevantes de los modelos de IE-habilidad de Mayer y Salovey, de inteligencia emocional social de Bar-On, de competencias de Goleman y de IE-rasgo de Petrides y Furnham. Finalmente, se alude al concepto de educación emocional y su concreción en cinco competencias relevantes para el correcto desarrollo emocional y social de los niños y niñas de 0 a 6 años: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, conciencia social y competencias para la vida y el bienestar. En la búsqueda del deseado equilibrio emocional y social se insiste en la trascendencia de incorporar en los currículos escolares una educación emocional. El fin último de esa educación emocional ha de ser la consecución de competencias emocionales, entendidas estas como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales (Bisquerra et al., 2010). En el capítulo tercero, ahondaremos en las aportaciones de la neurociencia y su relevancia en nuestro desempeño docente. Conoceremos las claves anatómicas y funcionales del cerebro y su incidencia en el desarrollo infantil y el aprendizaje. Prestaremos una especial atención al desarrollo emocional y el poder de la educación como herramienta que incide en el cerebro de los más pequeños. Las funciones ejecutivas y su relevancia en la regulación cognitiva, conductual y emocional serán igualmente trascendentes en este capítulo. Concluiremos con unas claves para ayudar a nuestros niños a adaptarse con éxito a las demandas del entorno escolar, familiar y social desde unas prácticas basadas en la evidencia que señalan el irreemplazable papel de las emociones y del trabajo cooperativo. En el cuarto capítulo, se presentan propuestas prácticas para la incorporación de la educación emocional al currículum de la etapa de Educación Infantil. Previamente, se muestran las características de la educación emocional y su presencia en la legislación vigente. En este sentido, además de la presencia en la LOMLOE (2020) o en el Real Decreto 95/2022 que ordena las enseñanzas mínimas de la Educación Infantil (2022), se realiza un breve recorrido por las características de la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de Protección integral de la infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI), por sus relaciones con los fines de la educación emocional para procurar el bienestar en el alumnado. La intervención para la educación de las emociones requiere de sistematicidad en el diseño, el desarrollo y la evaluación de los programas dedicados a estos fines. El rigor necesario al desarrollar las actividades que conforman los programas tiene implicaciones en la formación de docentes o de otros agentes educativos, como los padres y las madres. Los beneficios personales y profesionales de la adquisición de competencias emocionales por parte de quienes desarrollan la actividad docente en la etapa de Educación Infantil justifican esta formación, por sus efectos positivos en el alumnado y, si cabe, en los agentes educativos de su contexto más próximo. Se presenta una selección de aplicaciones prácticas de la educación emocional en la primera infancia que se fundamentan en los modelos de inteligencia emocional y del aprendizaje social y emocional. Una revisión de los resultados de la investigación educativa nos ofrece una variedad de beneficios para el alumnado, por lo que la educación de las emociones merece estar integrada en el currículum, un lugar destacado en la programación del aula de esta etapa educativa. Finalmente, en el último capítulo del libro, se presenta una brillante propuesta en la que se repiensa el acompañamiento emocional a través de los cuentos tradicionales. A través de imágenes arquetípicas, los cuentos tradicionales recogen todo lo que convive en nuestro interior (lo agresivo, lo vergonzoso, lo miedoso, lo valiente…); estos símbolos impactan directamente en nuestro inconsciente. En su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Betthelheim (2024) ahonda en el poder transformador de los cuentos de hadas: «Para poder dominar los problemas psicológicos del crecimiento (…) el niño necesita comprender lo que está ocurriendo en su yo consciente y enfrentarse, también, con lo que sucede en su inconsciente». Los niños necesitan cuentos. Relatos que aborden sus temores, dificultades y anhelos desde un lugar seguro, el que ofrece el espacio mágico de la narración. Nuestra propuesta, mostrada en este capítulo, alineada con la de Martínez-Pardo (2018), parte de un acompañamiento emocional en el que se permite al niño entrar en contacto con sus emociones (sean estas las que sean). Un verdadero aprendizaje precisa de una vivencia genuina, que ofrezca al menor la oportunidad de, una vez que ha sentido y transitado por ese mundo emocional, adquirir estrategias para aprender a vivir con todo lo que siente. En este acompañamiento emocional, la persona educadora resulta crucial (los cuentos no sirven para dormir a los niños, sino para despertar a los adultos). Ayudar al niño en ese viaje interior precisa de un trabajo emocional previo del adulto. En palabras de Martínez-Pardo (2018): «Para acompañar a los niños en los angostos caminos de los bosques oscuros uno tiene que haber aprendido a hacerlo primero. Si no, corremos el peligro de no dejarles entrar, por nuestro miedo, negándoles así la oportunidad de orientarse en la oscuridad». Como conclusión, podemos afirmar que los procesos madurativos infantiles precisan de un ambiente respetuoso, sabedor de la idiosincrasia de esta etapa. Conocer sobre el desarrollo evolutivo del niño nos permite despojarnos de tópicos y prácticas poco saludables. Como consecuencia, hemos de reevaluar las prácticas educativas que, por inercia, imperan aún hoy en día en nuestros estilos educativos y escuchar, libre de prejuicios, el lenguaje emocional de nuestros niños. Dada la omnipresencia de la emoción en los primeros años de desarrollo, resulta necesario adecuar nuestras intervenciones al ritmo madurativo de cada niño para lograr un verdadero respeto, fundamentado en el conocimiento y la observación (González-Vara, 2015). Dª Encarnación Hernández Pérez Dº Mario Pena Garrido Dª Lidia Losada Vicente
Tesis doctoral producto de una investigación educativa original, realizada entre 2017-2020, sobre la posible vinculación entre Inteligencia Emocional y Rendimiento Académico dentro del contexto educativo brasileño, con el fin de aportar evidencias sobre la pertinencia de enfatizar en la educación emocional en las aulas. Estructurada en seis capítulos, en los dos primeros se hace un repaso teórico entorno a las dos variables: Inteligencia Emocional y Rendimiento Académico. En el tercero se contextualiza del Sistema Educativo en Brasil específicamente, de la escuela donde se desarrolla la investigación y de los individuos foco, los adolescentes. Bajo este marco teórico se justifica el cuarto capítulo conformado por el estudio empírico, el quinto capítulo expone los resultados que evidencian la necesidad de desarrollo de este tipo de competencias entre los adolescentes, incidiendo en la atención emocional como la dimensión básica a potenciar en la muestra y la necesidad de adaptar las pruebas de evaluación al contexto brasileño. Es el último capítulo, asociado a la discusión y conclusiones, encontramos un debate en torno a la necesidad de seguir investigando en la misma línea, incluyendo otros instrumentos que vayan más allá de las medidas de autoinforme y líneas futuras de investigación utilizando análisis cualitativos.
Este libro se basa en el complejo mundo que interconecta las emociones con el clima y el aprendizaje en el aula, basándose en dos pilares: clarificación y precisión conceptual y aplicación en la tarea docente. En este sentido, una vez trabajados los conceptos, se exponen las líneas de investigación y los nuevos planes que contemplan su implementación tanto en el trabajo con personas como en la organización del centro, intentando cubrir las necesidades que puedan surgir en las etapas de educación obligatoria y mostrando uno de estos planes como ejemplo práctico. La obra analiza los afectos, las emociones y los sentimientos; el procesamiento afectivo; y el modo en el que están presentes las relaciones en el aula para poner en práctica actuaciones de educación emocional en los centros y favorecer la convivencia.
Esta obra muestra la función que desempeña la inteligencia emocional en la interacción docente – alumno y el manejo de los conflictos, en la etapa de educación secundaria. Asimismo, ofrece al personal docente un decálogo de recomendaciones y orientaciones que sirva de guía a los programas de inteligencia emocional que se implementen en los centros educativos.
Cuando pensamos o discutimos acerca de la educación tendemos a situarnos en un marco de referencia desde el cual solemos dar por sentado que educar es transmitir o incitar aprendizajes de muy diversas asignaturas o contenidos, enriquecerse personalmente con la cultura, adquirir hábitos de trabajo o determinadas habilidades o capacidades. Al considerar a la institución escolar como el lugar en el que se desarrolla por antonomasia la educación, pensamos en ella como un lugar donde se realiza la inmersión cultural o el despliegue de la inteligencia, y que son ésas las funciones a las que, básicamente, dedica su tiempo. Una mirada más amplia acerca de la educación no puede dejar de reconocer que la dimensión emocional de las personas es un aspecto muy importante de sus vidas, que el bienestar en lo afectivo es trascendental para su felicidad, para las actitudes hacia los otros y hacia sí mismo. Desde esta mirada, no frecuente, sobre los sujetos y la educación, la institución escolar es un espacio social donde se expresan y desarrollan sentimientos, emociones y formas de querer y de estar con los demás. Si comprendemos ese mundo de lo inefable, será más fácil tomar en consideración la necesidad de orientar las intervenciones de los educadores para crear un clima en el que los menores adquieran competencias que favorezcan su bienestar. En esta obra, Félix LÓPEZ aviva la sensibilidad hacia esta vieja y olvidada tradición de la educación sentimental, bajo la cual se enseñe a aprender a vivir bien y no sólo a conocer, trabajar y competir en el sistema de producción.