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La filosofía de la ciencia se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX bajo el supuesto de que la ciencia podía caracterizarse por la estructura lógica tanto del conocimiento articulado en las teorías más exitosas como de sus explicaciones. En la segunda mitad del siglo XX se cuestiona fuertemente esa idea, pero se sigue asumiendo que la filosofía de la ciencia debe hacerse siguiendo los cánones de una epistemología fundamentalista que considera que el avance de la ciencia pasa por una ontología cada vez mas austera guiada por la idea de "mientras menos mejor". Desde esta perspectiva fundamentalista, el que las diferentes ciencias hablen de diferentes tipos de cosas es un obstáculo al entendimiento, producto de la imperfección del conocimiento actual. Este ideal nos invita a pensar que la epistemología debe hacerse reflexionando sobre el conocimiento articulado en nuestras teorías más austeras y nos compromete con propuestas reduccionistas problemáticas que no permiten explicar la diversidad de recursos epistémicos que de hecho utilizan los científicos. En este libro promovemos una epistemología que no sigue el lema de "mientras menos mejor", sino el de "organizar nuestros recursos epistémicos de manera que se genere entendimiento". Así, la misma estructura de las explicaciones y las prácticas (que incluye métodos y normas respecto de lo que se considera plausible y valioso) es lo que nos da la pauta para responder a la pregunta de qué es lo que hay. Esta estrategia epistémica nos obliga a hacer una filosofía de la ciencia muy cercana a la ciencia, reconociendo la pluralidad de sus métodos, objetivos y prácticas, sin reducir la filosofía de la ciencia a la sociología o a cualquier otra ciencia en particular.
Tal vez la realización más maravillosa de la mente humana sea el complejo estructural tan vasto como imponente de la ciencia moderna. En cambio, su origen, desarrollo y conquistas constituyen una de las partes menos conocidas de la historia, y apenas si han entrado en la corriente de la literatura general. Los historiadores relatan las guerras, la política, la economía; pero nos dicen poco o nada sobre la génesis y desarrollo de esas actividades que sorprendieron los secretos del átomo, que descorrieron ante nuestros ojos los misterios profundos del espacio, que revolucionaron las categorías filosóficas y nos proporcionaron los medios de elevar nuestro bienestar material a un nivel que está por encima de cuanto pudieron soñar las generaciones pretéritas. Los griegos identificaron la filosofía y la ciencia; la Edad Media incorporó las dos a la teología. El método experimental, aplicado al estudio de la Naturaleza después del Renacimiento, condujo al divorcio entre unas y otras. En efecto, mientras la filosofía natural se basó en la dinámica de Newton, los discípulos de Kant y Hegel aislaron la filosofía idealista de la ciencia contemporánea; y ésta, en justa reciprocidad, optó bien pronto por prescindir de la metafísica. Luego la biología transformista y la matemática y la física modernas, por una parte, profundizaron el pensamiento científico y, por otra, obligaron a los filósofos a tener en cuenta a la ciencia; y así ésta vuelve a tener sentido para la filosofía, la teología y la religión. Mientras, la física, que por tanto tiempo buscó y halló los moldes mecánicos de los fenómenos sometidos a su observación, parece como si al fin hubiese llegado a los umbrales de un santuario en el que fallan los moldes, a la entraña de cosas fundamentales que «ciertamente no son mecánicas», como dijo Newton.
Esta obra, más que tratar de una filosofía de la ciencia general, consiste, por un lado, en un análisis de los problemas que plantea la relación de la actividad científica con otras actividades humanas, y por otro, en el examen de los problemas epistemológicos, ontológicos y metafísicos que surgen en las diferentes ciencias particulares. Por ello, concierne tanto a científicos practicantes, preocupados por los problemas filosóficos que surgen de sus disciplinas (naturales y sociales), como para los estudiosos de la filosofía, particularmente de la filosofía de la ciencia y la epistemología.