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Se recogen en estas páginas las homilías -algunas traducidas por primera vez al español- del Cardenal Ratzinger en las solemnidades de Pentecostés, así como las homilías e intervenciones de Benedicto XVI a lo largo de su pontificado en esa misma fiesta. "Mis deberes de evangelizador me han obligado a preguntarme qué es lo que puede decir un predicador de la fe católica sobre el Espíritu Santo siguiendo a la Escritura y a la Tradición. En concreto y, sobre todo, en el sentido de que lo dicho no se quede en teoría teológica, sino que más bien alcance un significado para la entera vida cristiana. Estas homilías de Pentecostés que presento aquí (...) son sermones que intentan iluminar algunos aspectos de la fe en el Espíritu Santo relacionándolos con nuestras vidas" (Joseph, Cardenal Ratzinger).
La obra está llamada, en medio de la pluralidad de enunciados y problemas, a abrir la cabeza y, sobre todo, el corazón, a la acción del Espíritu.
El autor hace un estudio analítico del testimonio que sobre el Espíritu Santo nos ofrecen tanto el AT como los primeros evangelios y los Hechos de los Apostóles. El Espíritu de Dios se revela com "alimento" mediante el cual Dios vivifica y anima todo lo creado y, sobre todo, la comunidad cristiana.
El decenario al Espíritu Santo consiste en prepararse durante diez días para la venida del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés. Esta preparación coincide con los mismos diez días que vivieron los apóstoles desde que Jesús les dejó solos en su Ascensión a los cielos hasta el día de Pentecostés. Por eso, el decenario comienza el sexto jueves de Pascua, donde se celebra la fiesta de la Ascensión del Señor (aunque en algunos lugares la fiesta se traslade al domingo). El día de la Ascensión Jesucristo les prometió que les enviaría al Paráclito, y los apóstoles aguardaron su venida en oración. Con este decenario se pretende rememorar esa espera del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, además de manifestarse a través de la Historia y del mundo, como hemos tratado de presentar en este trabajo, es el que muestra a los hombres de todos los tiempos los diversos caminos, las clases y condiciones para que plasmen en sus vidas un modo determinado para la edificación con Cristo en que se funda la vida del cristiano.Jesús, en el momento de su vuelta al Padre, no deja abandonados a los que el Padre le había encomendado: no os dejaré huérfanos (Jn 14,18). Les enviará el Espíritu Santo, el defensor, para que permanezca con ellos hasta el final de los tiempos. Se le llama el defensor porque es la fuerza de Dios que obra en la comunidad. Ante un mundo que sueña con construirse sin Dios o al margen de Dios, como en una nueva construcción de la torre de Babel, corremos el riesgo de caminar decididamente hacia el fracaso. El Espíritu Santo se nos ha dado para permitir que el mundo encuentre de nuevo, por la comunión con Dios, la unidad perdida. Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios, nos dice san Pablo (1Cor 2,11). No es suficiente que nos acordemos del Espíritu en el Domingo de Pentecostés, sino que debe convertirse en el alma de nuestra vida. El mismo Espíritu que descendió en Pentecostés sigue actuando en la Iglesia y en cada uno de nosotros con su gracia y sus dones, en los sacramentos y en nuestra oración: Nadie puede decir: Jesús es el Señor, sino guiado por el Espíritu Santo. José María Fernández Lucio (Cidad de Ebro, Burgos), es sacerdote de la Sociedad de San Pablo. Hizo los estudios de Teología en Comillas y en Roma. Lleva más de cincuenta años entregado al apostolado paulino en la Editorial San Pablo, en la que ha ocupado diversos cargos y para la que ha traducido numerosas obras. Es autor de La misa dominical: la eucaristía explicada en sus gestos y palabras (20062), El rosario: los veinte misterios meditados (20085), y Vía crucis del hombre de hoy (2007), todas ellas editadas en San Pablo. Ha escrito, además, numerosos artículos en la revista Cooperador Paulino, de cuyo consejo de redacción forma parte.
Fue ya el Papa León XIII quien en su Encíclica sobre el Espíritu Santo, Divinum illud munus (1897) pedía que los predicadores y párrocos recordasen que les pertenece enseñar con diligencia y claramente al pueblo la doctrina católica sobre el Espíritu Santo. Siempre tuvo el Espíritu Santo el riesgo de ser el gran desconocido frente a las personas divinas del Padre y del Hijo. Y siempre es difícil desvelar el misterio profundo del invisible Espíritu de Dios.Por medio de los símbolos del agua viva y del fuego, del viento y de la nube, del sello y de la unción, del vino nuevo y de las arras nupciales, del dedo de Dios y el perfume del Espíritu, del Paráclito como defensor y memoria de Cristo y de la Iglesia, el lector podrá descubrir horizontes espirituales atrayentes y aspectos vitales del Espíritu de Dios en las almas, que saben que no pueden tener acceso profundo al Padre por el Hijo si no es por medio del Espíritu. Que estas páginas sirvan a muchos de guía gustosa e iluminada.
The Third Person of the Holy Trinity According to the Scriptures. Billy Graham's bestselling book. This new presentation now includes a programmed study by the highly respected Latin American Faculty of Theological Studies (FLET). Divided into eight lessons, with a leader's guide included.The subjects dealt with in this book include: Who is the Holy Spirit?, The baptism in the Holy Spirit, How to be filled with the Holy Spirit, Living the fullness of the Spirit, The Fruit of the Spirit, Sins against the Holy Spirit.